martes, 14 de diciembre de 2010

¿Sé quién soy?

En la columna anterior hablé de desarrollar una doble mirada reflexiva,  una que vaya dirigida hacia fuera, hacia el entorno y otra hacia dentro. Ahora quiero apuntar, específicamente hacia esa mirada interior, una mirada que nos ayudará a transformarnos.
Poco o nada sabemos de nosotros y  poco también parece ser el interés por averiguar algo más.  Tal vez algo tan importante se  nos escapó porque  nunca se  nos planteó la posibilidad de que había algo más que podíamos  llegar a conocer de nosotros.  Ante tal afirmación puede surgir la pregunta: ¿Cómo no me voy a conocer? No faltará quien diga saber quién es porque la idea de no conocerse  es directamente inaceptable. Como dueños de nuestros cuerpos y mentes nos consideramos conocedores de nuestro ser.  Ser los dueños no implica un conocimiento profundo, ni siquiera implica un control sobre nosotros y nuestros actos.  Nos pasamos la vida mirando hacia fuera y nunca hacia dentro.  Nuestro interior, está ahí,  acompañándonos pero nunca lo vemos porque estamos ocupados en cosas que para nosotros son más importantes.  Eso somos, habitantes de un mundo interior desconocido. Mirar hacia adentro significa aprender a conocernos  y a transformarnos a nosotros mismos. ¿Cómo soy? ¿Cómo me comporto y actúo con los demás? ¿Qué reacciones tengo? ¿Sé cuáles son mis problemas, mis conflictos? ¿Cómo los enfrento? ¿O huyo de ellos sin resolverlos? ¿Cuán egoísta soy?  ¿Qué sentimientos me invaden?  ¿De envidia? ¿De odio? ¿Cuánta sensibilidad por el dolor ajeno tengo? ¿Me pongo en el lugar del otro?  ¿Qué me da miedo? ¿Qué dolores arrastro? ¿Qué cosas me acomplejan? ¿Qué recuerdos  me torturan? ¿Qué parte en mi debo fortalecer? ¿Cuáles son mis deseos, mis anhelos?  ¿Cuál es la vida que quiero realmente? ¿La que tengo? ¿Hago algo por cambiar? ¿Soy coherente en mis dichos y en mis hechos? ¿Me valoro, me sobrevaloro o me desestimo?
 Hay muchas preguntas por hacernos y esto no debería ser un tormento ni un trabajo ni algo secundario. Muy al contrario, el autoconocimiento debe ocupar el primer lugar.  Si podemos responder a estas preguntas comenzaremos a explorarnos por dentro y a darnos la posibilidad de transformarnos para que nuestras vidas mejoren en calidad. No se trata de pelearnos con nosotros mismos, sino de vernos tal cual somos, aun a riesgo de que  nuestros hallazgos nos resulten desagradables. Tendremos la sensación de que se está librando una batalla dentro del pecho. Pero esto no deberá detenernos porque  transitar la crisis es necesario.  No importa cuan imperfecto seas, lo importante es poseer el deseo y la voluntad de mejorar. No hay otro camino, debemos enfrentar la tormenta porque cuando salga el sol nos estará esperando  un nuevo comienzo. Cuando el cielo se aclara todo renace en nosotros. Dejamos la mochila del pasado atrás y nos disponemos a caminar más livianos y más conscientes.
En esta batalla podrán suceder muchas cosas en nuestro interior ante las que no deberemos sucumbir como pueden ser la negación, la  culpa y el castigo, la autocompasión, o la autocomplacencia.
La negación será el primer obstáculo a vencer, de lo contrario ni siquiera habremos comenzado.  Aceptar que debemos cambiar nos iniciará en el camino de la trasformación.
La culpa debe ser superada, porque la única manera de seguir caminando es dejando la carga del pasado atrás e intentando aprender de él. El pasado debe servirnos para no volver a cometer los mismos errores.
La autocompasión debe ser atravesada  para dejar de sentir lástima  por nosotros mismos y para sentir que merecemos y queremos ser felices, dando una imagen más positiva a los demás. Quedarnos en la lástima y en la lamentación  no nos conducirá a ningún lado más que a quedarnos llorando por nosotros mismos y en buscar continuamente el apaño de los demás.  No debemos quedarnos atrapados en el dolor ni en la tristeza ni en la lástima. Son trampas que luego no nos dejarán salir para seguir viviendo con alegría.
La autocomplacencia también debe ser superada pues ella nos dirá que así como estamos, estamos bien, nos dejará  estancados en el mismo lugar sea este cual fuere.
 Ver quiénes somos debe provocar una movilización interna siempre buscando la superación. Deberemos ser fuertes para superar todos estos estados en los cuales  nos sentiremos caer. Porque al final, cuando vayamos tirando las piedras en el camino nos sentiremos mucho más livianos.
 No sólo se trata de sentirnos y de ser mejores, sino de usar nuestro conocimiento para enfrentar los problemas y para guiar nuestras vidas por el mejor camino. Seremos dueños de nuestras acciones, dejaremos de ser arrastrados como una hoja al viento para convertirnos en árboles firmes,  frondosos y en continuo crecimiento.

(Publicado en Periódico Cultural Hilando Recuerdos - http://hilandorecuerdos.blogspot.com/)