domingo, 10 de abril de 2011

La consciencia: un bien necesario

              La inconsciencia nos adormece en un sueño profundo sumergiéndonos en mundos que no son reales, mientras la consciencia nos despierta a la verdadera realidad y nos hace libres.

Mi intención hoy es aunar todos los conceptos vertidos hasta aquí en una teoría filosófica para que el lector pueda entender la idea esencial que une a cada una de las reflexiones que he venido realizando a lo largo de los artículos publicados hasta la actualidad. Detrás de todo esto hay algo substancial de lo cual debemos percatarnos a fin de seguir creciendo: El estado de nuestra mente y de nuestra consciencia. Comprender y aceptar este estado nos ayudará a superarlo.
¿Pero cuál es el estado de nuestra mente? Más allá de que cada uno de nosotros se encuentra en niveles mentales diferentes, hay un estado mental que envuelve a toda la humanidad (o casi toda) y que es el estado de inconsciencia.  Pero antes que esta palabra nos haga enojar y de que nuestra mente comience a buscar motivos, escusas o argumentos  acerca de por qué nosotros no entraríamos en este gran grupo de inconscientes deberemos comprender qué significan los términos consciencia e inconsciencia.
Según definiciones del diccionario:
Consciente: Que siente, piensa, quiere y obra con conocimiento de lo que hace. // Con pleno uso de los sentidos y facultades.
Consciencia: Conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. // Capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento.
Inconsciente: Que no se da cuenta del alcance de sus actos. // Que está privado de sentido.
Inconsciencia: Situación de quien es o está inconsciente. // Dicho o hecho irreflexivos, imprudentes.
Claramente vivir de forma consciente significa “un darse cuenta”; requiere atención, inteligencia,  reflexión  pero fundamentalmente conocimiento (Conocimiento: acción y efecto de conocer. // Entendimiento, inteligencia, razón natural de conocer: Averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas).
La definiciones de consciencia y de conocimiento no hacen más que reafirmar todo lo que he venido diciendo hasta ahora y que en definitiva es vivir en pleno uso de nuestras facultades intelectuales a fin de conocernos interiormente y de conocer y comprender el entorno que nos rodea.
Conocer parece ser unos de los requisitos fundamentales para estar dentro del grupo de los seres conscientes. Pero para que la mente conozca debe estar abierta y dispuesta a ello (como ya he dicho en el capítulo anterior). Este conocimiento no tiene que ver tanto con la información que introducimos en nuestra mente (si bien es importante) sino más bien con lo que hacemos con ella. Llenarnos de información y de datos (como si fuéramos computadoras) y no hacer una elaboración interna dirigida a la reflexión, al  análisis y a una modificación de la mente y del comportamiento  no nos servirá de nada.  Conocer para lograr despertar a nuestra consciencia es un proceso muy distinto al de llenarnos de información.                    
Entonces, hacer una elaboración interna es fundamental para que logremos una toma de consciencia real.  ¿Por qué digo real? Porque  muchas personas se creen conscientes cuando en realidad no lo son o tal vez lo son en forma parcial o en forma limitada. Creo que es aquí donde se puede llegar a crear confusión y donde el ego puede salir lastimado. Aclaremos el panorama: Ser seguros, responsables, inteligentes o cultos no siempre quiere decir que seamos conscientes (en todo el sentido de la palabra) así como también el ser inconscientes no siempre significa ser malas personas o andar por la vida sin tener noción, coherencia o responsabilidad en nada de lo que hacemos. Existen todo tipo de personas, malas, buenas, cultas e incultas, responsables e irresponsables, con mayor o menor consciencia de sus actos pero con una falta de consciencia total o verdadera. Es decir existe más o menos consciencia pero no existe una consciencia totalmente desarrollada. La consciencia total y real no ocurre porque cuando nuestros ojos ven la realidad la miran a través de una especie de velo que distorsiona lo que vemos. Así es como, hundidos en esta especie de ceguera, no vemos o no nos damos cuenta o no queremos aceptar determinadas cosas o hechos que directamente  escapan a nuestros análisis o que caen en errores interpretativos.  Estos errores interpretativos se basan en el conocimiento que tenemos a priori acerca de la realidad. Sobre estos conocimientos giran nuestros pensamientos y hasta nuestros sentimientos. El punto clave es en primer lugar entender ese mundo de pensamientos y sentimientos que inunda nuestra mente y en segundo lugar lograr ver por dónde se coló tanta agua.
 Así que para clarificar esto que parece un gran embrollo de palabras diremos que nuestros pensamientos se desarrollan sobre una estructura mental preconcebida (ya establecida).
 Detrás de nuestros procesos mentales, de análisis e interpretación, se encuentra el enemigo número uno de nuestras mentes: El condicionamiento. (Condicionamiento: Acción y efecto de condicionar. // Limitación, restricción. Condicionar: Hacer depender algo de una condición)
Nuestros pensamientos y nuestros actos están condicionados o  como lo define el diccionario: limitados, restringidos. Dependen de ciertas condiciones o circunstancias que se dieron  a priori de nuestro nacimiento tanto  como a posteriori de él.
Nuestra mente parece estar en un sueño profundo, anestesiada por condicionamientos sociales y culturales que hemos absorbido de niños e igualmente de grandes. Y he aquí el problema: lo que creemos está condicionado o  limitado por todo lo que de antemano hemos aprendido. Y todo lo que hemos aprendido no fue una elección sino una imposición. Condicionamientos son aquellas cosas que nos han sido impuestas (modos de ver la realidad, costumbres, rituales o creencias) con o sin intención desde el momento en que nacemos y que no nos permiten entender y vivir en la realidad. El condicionamiento nos hace ver una realidad virtual, nos condiciona a verla de tal o cual manera. Para comprender esto solo deberemos fijarnos como distintas culturas imponen sus propias miradas, sus propios condicionamientos a las personas y por consiguiente imponen una forma de ver y entender  la realidad. Para las distintas culturas la realidad adquiere sentidos  diferentes.  Este es un ejemplo claro de cómo nuestra mirada y nuestra interpretación varía según el lugar donde hemos nacido y crecido.
 Tal vez la columna de hoy contenga demasiadas definiciones de diccionario  pero también sé que es necesario saber el significado de cada palabra, palabras que a veces usamos sin conocer el sentido exacto que poseen. Vemos como cada una de ellas nos hablan acerca de un hombre cuya mente está llena de represiones, obstáculos, restricciones, limitaciones, dependencias y hechos circunstanciales, espaciales y temporales que forjaron su ser.
Entonces, haciendo una síntesis: El hombre está en una especie de sueño provocado por su mente que lo mantiene en la inconsciencia. Su mente está condicionada por el entorno en que nació y creció. El entorno nos da el sentido de la vida y este sentido puede ir variando según el lugar en que hemos nacido. Todos estos sentidos no son más que interpretaciones que se encuentran lejos de la realidad. Para “despertar” debemos tomar consciencia y para que esto suceda debemos emprender un camino de búsquedas, de preguntas, cuestionamientos  en donde no temamos encontrarnos con determinadas verdades.
  ¿No es mejor vivir en la verdad? ¿No debemos vivir en la verdad? ¿No es acaso más terrible vivir en el engaño de una realidad de cartón pintado? Temamos a la mentira, a la vida sin sentido, a la inconsciencia, temamos vivir adormecidos por una sociedad que nos manipula, que deforma el espíritu y la mente del hombre alejándolo de su esencia, de su camino hacia una verdadera  evolución espiritual y social. No posterguemos más el encuentro con nosotros mismos ni la posibilidad de un nuevo comienzo.

(Publicado en Periódico Cultural Hilando Recuerdos - http://hilandorecuerdos.blogspot.com)