jueves, 5 de mayo de 2011

El mundo del revés

En el mundo del revés, aquel que quiera pensar tendrá que luchar contra las aguas de la inconsciencia. Un torrente  feroz y despiadado que arrasa con todo lo bueno que podría venir. La vida que podría ser, sólo parece un sueño lejano que soñamos aquellos que buscamos la verdad. La más noble de las búsquedas, la que a través de la  apertura, la reflexión y la inteligencia traerá la coherencia, la  paz, la armonía y la justicia necesarias. Lástima que las aguas tempestuosas lo inunden todo y haga que las mentes se corroan de oxido hasta quedar entumecidas.

En el mundo del revés las cosas están patas para arriba. Muchas  personas se jactan de ser “normales”  y cuerdas creyendo o diciendo que su comportamiento es el apropiado porque se adecúa a las normas y costumbres, mientras sus miradas prejuiciosas y vacías de sentido común miran sin  mirar y por tanto sin comprender a aquellos que  tildan de “anormales”, raros,  locos e inapropiados. Los  “normales” creen tener los pies en la tierra, cuando en realidad no viven más que en su propia proyección mental y creen que por ser mayoría poseen la verdad; y los que tienen los pies en la tierra son acusados de vivir en las nubes o fuera de la realidad.
Me gusta esta frase: “no por ser mayoría poseen la razón o viven en la verdad”.
Todo está al revés, los conceptos están equivocados. En este mundo de locos la mentira pasa por verdad y la verdad no quiere ser vista.  Quien logre ver la realidad y acreciente su consciencia verá como los autoproclamados “normales” poco a poco se transforman en lo que verdaderamente siempre fueron: raros.  Porque, realmente,  raro e increíble es vivir atado a conceptos mentales y costumbres viejas que fueron instalados en nuestras vidas sin elección; extraño y sorprendente es que lo obvio no sea visto y que el hombre prefiera creer en cualquier cosa menos en la verdad. Anormal es seguir patrones de conducta ya establecidos sin cuestionarlos, terrible es vivir engañado y de locos es darle crédito, defender y querer perpetuar  una realidad  que hace agua por todos lados. De necios, sordos y ciegos es no querer entenderlo.
En el número anterior hablé del significado de consciencia y de inconsciencia y de cómo los condicionamientos limitan nuestro ser. Ahora sabemos que ser consciente es conocer y comprender en profundidad nuestra situación en el mundo.  Ser conscientes inequívocamente nos conduce por el camino hacia la verdad. Deberemos comprender también que hay muchos grados de consciencia así como también deberemos comprender lo que significa condicionar y las limitaciones que esto nos trae como personas. De todo esto venimos hablando, aquí en este espacio de reflexión, pero antes de seguir con el texto, me gustaría dar un pequeño (y repetido) pero importante consejo: para comprender debemos saber leer y solo hay una manera de hacerlo y es a consciencia, pensando y reflexionando, de lo contrario el lector no logrará entender en profundidad mis palabras.  Será necesario abrir la mente y olvidar lo que sabemos, dejando que los pensamientos fluyan dentro nuestro con total libertad  para lograr mover nuestros propios cimientos y así provocar los cambios necesarios en nuestro ser.
Cuando el conocimiento penetra en nosotros lo asimilamos y nuestro ser se adecúa a una nueva visión de la realidad. Sucede nada más. Vienen los cambios. Y si somos coherentes los aceptamos porque en este aprendizaje, entendemos que se vive de acuerdo a como se piensa. El sentido común nos pondrá de cara a la verdad y nos hará repudiar todo aquello que no se adecúe a ella. Si entendí verdaderamente qué significa ser consciente voy a vivir de esa forma. No es difícil, no es extraño ni rebuscado, lo que sucede es que en un mundo tan rebuscado y complicado mi meta parece o se vuelve compleja. Si  las personas que leen estos artículos prestan atención y se comprometen con mis palabras y con el cambio que ellas conllevan se darán cuenta que el mundo está al revés y que se vive en una farsa total. Y aquellos que queremos desenmascararla somos señalados como los extraños, los locos. Aquellos que simplemente queremos y ansiamos la verdad y la verdadera evolución del ser somos para el común de la gente los que viven lejos de la realidad o fuera de ella y a primera vista parece que pretendemos complicar las cosas cuando en realidad lo que queremos es simplificarlas, desenredarlas y clarificarlas. Los buscadores de la verdad, los queremos crecer vivimos en la realidad y con los pies puestos en la tierra. Los demás viven errantes, caminando por mundos inventados. Son sus pies los que no pisan la tierra y son sus ojos los que no ven la realidad. Sus mentes cantan siempre la misma canción, son como un disco rayado y hacen que sus actos sean los actos de un ser inconsciente y no se dan cuenta que sus movimientos, aquellos que ellos creen absolutamente propios, no lo son, pues no son más que movimientos marcados por el compás de la música que todos bailan.
 ¡Qué locura! El mundo está al revés. ¿Cuándo vamos a modificar nuestra conducta y nuestra visión de la realidad? ¿Cuándo vamos a lograr verla? Hay muchas cosas que entender y que aprender pero lo primero es entender lo que diferencia a un hombre dormido de uno despierto o a la conciencia de la inconsciencia. ¿Me pregunto por qué es tan difícil ver? Me lo pregunto mil veces y sin embargo conozco la repuesta. El tiempo y la historia, en definitiva los mismos hombres, han hecho el trabajo. Bueno, porque resiste en  el tiempo y malo, justamente por eso. Un trabajo que puede ser visto como ingenioso y perverso, a la vez que estúpido.  Ingenioso desde el punto de vista de quién crea algo y logra que ello se perpetúe en el tiempo, a pesar de que ese algo posea deficiencias en su estructura argumental, incongruencias,  incoherencias, delirios, perversión, injusticias etc. etc. etc. Difícil de comprender es por qué asimilamos tantos disparates  sólo porque sí,  hechos que ni siquiera tienen lógica ni se pueden comprobar. No sé si los que fabulan son muy vivos e ingeniosos o  si nosotros somos muy tontos e ingenuos. La cuestión es que no hay deseo que alcance ni necesidad suficiente para tomarse en serio ciertas cosas. Nuestra necesidad interior no puede ser la excusa para provocar en nosotros semejante ceguera masiva. No hay mayor perversidad que el engaño se trasforme en verdad, que prospere, se instale y obnubile las mentes de las personas.    
 De estos cuentos hay muchos en la historia y también en nuestro presente, demasiados. Existen y existieron locos y delirantes, fabuladores y manipuladores que tal vez en posiciones de poder o con inteligencia y maldad  usaron su lugar o ciertas ventajas para crear ilusiones en las personas, quienes tontamente cayeron en sus redes solo porque necesitaron y necesitan creer en algo.  Luego, el tiempo trascurre, todo se tergiversa, cambia, se deforma, se convierte en hábito, se escurre en las profundidades del ser dejando huellas casi imposibles de borrar. Ese es el hombre. Un ser que cree y que sigue esas viejas huellas internas sin importarle o sin saber siquiera su procedencia.
Pero hay una luz de esperanza, una luz que no proviene de dioses falsos, de religiones deficientes y que no juega con las mentes de las personas, una luz  que proviene desde un rincón de nosotros. Una  luz que se cuela por debajo de una puerta olvidada.  Una puerta que todos, absolutamente todos tenemos dentro y que me llevó a redescubrir la realidad y a verla de otra manera. Y que te puede llevar a vos también a otra realidad si te animás a pasar.

 (Publicado en Periódico Cultural Hilando Recuerdos http://hilandorecuerdos.blogspot.com/)