martes, 16 de noviembre de 2010

Ver para conocer y conocer para trasformar

Se dice que lo que nos diferencia de los animales es la razón. Este hecho fundamental hace que seamos generadores de ideas y estas ideas  o pensamientos a su vez generan distintos comportamientos. Es decir que nuestro comportamiento está determinado por nuestro pensamiento.
Si la forma en que nos comportamos se establece  en base a nuestros pensamientos, será en ellos donde deberemos detener nuestra mirada. ¿Qué pensamos? ¿Por qué pensamos lo que pensamos? ¿De dónde proviene lo que pensamos? En definitiva…  ¿quién determina nuestros pensamientos? Para responder a estas preguntas deberemos desarrollar una doble mirada, una que vaya hacia nuestro interior y otra que vaya hacia el exterior,  porque es del afuera de donde provienen nuestras ideas. Nos parezca una exageración  o no, somos una creación cultural. Lo que creemos no es natural ni casual, no se desarrolla en nosotros por sí sólo sino que está determinado por todo lo que nos rodea. La semilla de lo que somos viene desde afuera.
Entonces, para responder a esa pregunta que dice ¿por qué pensamos lo que pensamos?, tendremos que mirar hacia afuera e investigar. Para realizar esta investigación deberemos ser observadores, cuestionadores, analíticos, flexibles y reflexivos. Sólo ve el que sabe mirar y el que no sabe hacerlo deberá aprender para dejar de vivir en el engaño y la ilusión de un mundo del cual nos dijeron muchas cosas pero del cual en realidad sabemos muy poco. Es necesario cambiar la mirada hacia el mundo, sacarse las vendas que no nos permiten verlo en su justa dimensión. Y la justa dimensión sólo puede ser descubierta  por aquél que desee  vivir en la verdad.
 Todo lo que pensamos ha sido implantado en nuestras mentes. Nacemos vacíos de ideas y a medida que crecemos nos vamos llenando de ellas. Crecemos con una formación que no es elegida sino impuesta pues de niños no tenemos la capacidad de elegir ni de discernir. Entonces pensamos en cosas y creemos en cosas que nos fueron enseñadas. SOMOS LO QUE NOS ENSEÑARON A SER. A partir de ese bagaje cultural que nos fue legado nos desarrollamos sin detenernos a cuestionar todo aquello que hemos aprendido.  ¿Por qué cuestionar? Porque que te hayan enseñado las cosas de un modo determinado no significa que sean así. Nada más lejos de esta idea.  Para conocernos será necesario  observar y analizar nuestros pensamientos y nuestras creencias. No hay otro  modo de conocernos. Y para que el análisis sea verdadero deberemos ir hasta el fondo de todo. No hay análisis verdaderos si nos quedamos nadando en la superficie. Entonces, como dije, una mirada debe enfocarse en el afuera y otra hacia adentro. La mirada hacia afuera nos enfrentará con la realidad y la mirada hacia adentro nos enfrentará con nosotros mismos. La única forma de transformarnos es conociéndonos. Tomar consciencia de lo que somos nos conducirá al cambio. No se puede cambiar si no sabemos quiénes somos ni cómo nos comportamos ante el resto del mundo y menos si no sabemos cómo es ese mundo. Para poder llevar a cabo  todos estos cambios será necesario cambiar nuestra estructura mental volviéndola más flexible porque sólo una mente flexible es capaz de transformarse a sí misma adaptándose a nuevas ideas. Si la mente no permite que nada nuevo ingrese  en ella no habrá ninguna posibilidad de trasformación. Una mente rígida no puede aprender ni crecer. Ser rígidos significa no estar dispuestos a abandonar nuestro viejo ser con todas sus mañas y defectos,  ni con sus viejas ideas y costumbres inútiles.  Como seres humanos estamos llenos de conceptos acerca de todo cuanto nos rodea. El problema de estos conceptos o ideas que tenemos acerca del mundo es que jamás fueron revisados, analizados ni siquiera observados.  Pero para lograr esta observación  deberemos poner en marcha nuestra mente, convirtiéndonos en buscadores de la verdad y en cuestionadores de la realidad.
Lo que tú crees no es una verdad absoluta, no quiere decir que esa idea que tienes  sea la única posible.  Lo que sucedió es que jamás se te ocurrió pensar que las cosas podían ser de otra manera. El mundo para tí es como es  y todo lo que te han dicho de él es así y punto. Pero lo cierto es que ese punto final sólo lo pones tú, pero la novedad es que hay otros caminos, otras posibilidades y otro modo de ver la realidad.
La trasformación puede ser positiva. El mundo necesita trasformación y sólo nosotros podemos dársela. Pero para dar algo bueno cada uno debe cambiar y para cambiar debemos querer. La clave está en comenzar a cambiar desde adentro, despertando a la mente de su letargo y la mejor manera de despertarla es poniéndonos a reflexionar. Démosle uso a nuestra mente, explotemos nuestro potencial como seres humanos. No seamos seres mecánicos, no nos dejemos arrastrar por la vorágine de la masa, por ideas preestablecidas. Si la razón nos diferencia de lo animales hagamos un uso digno de ella, si la razón es nuestro tan preciado tesoro démosle alimento para nutrirla y hacerla crecer.

(Publicado en Periódico Cultural Hilando Recuerdos - http://hilandorecuerdos.blogspot.com/)